Historia[s]
El castillo de Villerouge-Termenès aparece a finales del siglo XI como propiedad de Guifred de Cerdagne, arzobispo de Narbonne. Su sucesor fue objeto de las reivindicaciones del obispo de Rodez. Este se ampara en la sede arzobispal y cede Villerouge a Peyrepertuse, que pronto se enfrentaría a las pretensiones de Termes. Al cabo de dos años el papado nombró a un nuevo arzobispo, pero hicieron falta 33 años para que los coseñores de Villerouge aceptaran restituir el feudo y el castillo al arzobispo de Narbonne. Durante la cruzada albigense, Alain de Roucy, compañero de Simon de Montfort, se apropia del castillo que será finalmente restituido. En 1321 tuvo lugar un acontecimiento importante: el leñero del último cátaro, Guilhem Bélibaste, firmó el fin del catarismo en Occitania. Los arzobispos de Narbonne se sucedieron y ejercieron el poder de los grandes señores: impuestos, justicia... hasta la Revolución francesa.
Para descubrir
Paseando
El pueblo
El pueblo de Villerouge-Termenès está acurrucado contra el castillo. Las callejuelas estrellas, donde predominan los adoquines, siguen estando protegidas por una puerta, la puerta Saint-Jean, que recuerda a la muralla de la Edad Media. Un poco más dentro, se encuentra la casa Genty-Jordy que evoca el Renacimiento. Justo detrás del castillo, hay un pequeño puente sobre el Lou que lleva a la iglesia Saint-Etienne
La iglesia Saint-Etienne
La iglesia Saint-Etienne se remonta al siglo XIII. Es probable que una iglesia romana, o prerromana, la precediera y que el primer pueblo se encontrase aquí. Los caminos de los tiempos antiguos siguen presentes, bajo nuestros pasos...
El retablo de Saint Etienne
La iglesia acoge un retablo del siglo XVI que relata, en dos registros de cuatro paneles de madera, la leyenda de Saint Etienne, primer mártir cristiano. Un «super-cielo» desde el que cuatro bustos de profetas vigilan destacando las ocho escenas. Esta obra fue restaurada en 2004 y así recuperó su gran importancia.
En los alrededores
"Petite Vadrouille"
El sendero «Petite Vadrouille» cruza las tierras ocres y rojas que dan su nombre al pueblo de Villerouge-Termenès. Estas tierras son de margas rojas, es decir, de arcilla, comparables con las que se encuentran en la zona de Espéraza y datan del límite Cretáceo-terciario, es decir, unos 65,6 millones de años antes de nuestra era. Este sendero es también perfecto para disfrutar de las magníficas vistas de Termenès, luego Corbières, Narbonnais y los Pirineos.
El vino de Termenés
A vuelo de pájaro, Villerouge-Termenès se sitúa a 6 km de Termes. En la zona del vino «cru», su viñedo, el más alto de Corbières, forma parte de la tierra de Termenès. Se trata de un dominio con un clima mediterráneo mezclado con las influencias de las montañas y de los océanos. Los numerosos dominios y bodegas os recibirán por toda la región para haceros descubrir los DOC Corbières. Vinos para degustar en el lugar y también para llevar y así poder recordar los sabores de las vacaciones...
La riqueza minera de Corbières es considerable, principalmente está formada por hierro y plata. Las minas de hierro existen desde la antigüedad y las explotaban los romanos de una forma muy elaborada. La explotación minera también fue un gran impulso para la abadía de Lagrasse y los señores de Termes durante la Edad Media. En el siglo XVII, Colbert retomó la explotación, que pasó a desarrollarse de manera industrial en los siguientes siglos. Uno de los principales lugares de extracción estaba alrededor de Palairac, un pequeño pueblo a una quincena de kilómetros de Villerouge-Termenès. Los ingenieros del siglo XIX contaron unos 300 lugares de extracción. Los metales ya no se trataban en el lugar, sino en zonas con mucha agua y equipadas con máquinas como la Fundición de Quillan. En el siglo XX, el mineral del hierro se sacaba de la mina de Palairac a través de un cable de 5 km cuyas palas aéreas se llevan hasta la estación ferroviaria de Félines-Termenès. La actividad minera se extendió hasta los años 1960.